¿a qué huele tu perfume?
querido guille:
el otro día me compré un perfume nuevo. se llama red temptation. es un dupe de zara que por lo visto está arrasando porque emula al baccarat rouge 540, de la maison francis kurkdjian. los precios del original rondan los 250-350 el frasco de perfume
tiene una fórmula compuesta de notas de naranja amarga, azafrán, jazmín, praliné o cilantro. en la página web de zara dice que el perfume crea «una estela de feminidad completa»
feminidad completa
lo cierto es que es un perfume muy diferente a los que suelo llevar. prefiero los olores suaves, tirando a florales y afrutados. son aquellos que en casi todas las casas de perfume visten de tonos rosados: miss dior, chloé, versace. en 31 años casi nunca he usado un perfume que no sea versace bright crystal. hace algo más de un año descubrí el chloé lumineuse y empecé a usarlo, pero sé que cuando se termine el frasco volveré a versace. definitivamente, podríamos decir que es mi perfume
el red temptation de zara no tiene nada que ver con mis olores habituales: es más intenso, menos dulce. es un olor más difícil, más maduro. me lo pongo en las muñecas para olerlo mientras te escribo. a mí este perfume me hace pensar en una habitación antigua, llena de libros y cartas acumuladas. me parece también un perfume masculino perfecto. yo sabía dos cosas antes de comprarlo: que no tenía nada que ver con lo que solía gustarme y que a mí me cuesta mucho salir de los olores que suelen gustarme
entonces, ¿por qué lo compré? ¿qué estaba comprando? ineludible convenir que estaba intentando adquirir por 10 euros a la otra que deseo ser. ¿qué palanca de nuestro inconsciente pone en funcionamiento el deseo de ser otra? parece adecuado intuir que ocurre, en muchos casos, por mediación del deseo de los demás. la intuición poderosa de poder transformarnos a través de la mirada de otros, de estar más vivos en sus ojos y creer que cuando su mirada se pone en nuestra dirección se inaugura nuestra existencia
álex me preguntó por la noche, cuando se lo conté, que a qué olía mi perfume nuevo. le contesté que olía a todo lo que no puedo ser: distinta, segura, rica. alguien con más posibilidades de decidir sobre el deseo propio y ser quien quiera. alguien que esté más al volante de sí misma. y huele, tuve que admitir al final, a mujer que, sin lugar a dudas, es amada. cuando dije esto último me sentí inmediatamente situada al borde de un precipicio: el de la verdad, supongo
a veces creemos, y lo creemos profundamente, aunque no hagamos explícitas estas creencias, que un perfume o un outfit nuevo pueden convertirnos en personas distintas. que el hábito hace al monje, en definitiva. y recibimos miles de estímulos a diario que orientan esas intuiciones en direcciones distintas, a las que adjudicamos creencias sobre nuestro valor. una forma de ser concreta, atribuida a algunas imágenes que hemos ido recopilando, tiene más valor que otras. ahí está para mí la verdadera narrativa de las vidas posibles, la de las identidades posibles. porque como quizá ya no es posible tener el mismo trabajo, la misma pareja ni el mismo plan toda la vida, tampoco es posible ser como fran lebowitz y contentarnos llevando el mismo traje siempre. los elementos que articulan lo que somos y cómo nos mostramos también cambian a una velocidad que no somos capaces de interpretar. resulta agotador. igual que también lo es incorporar a la ecuación la cuestión del deseo de los demás. ¿cuántas decisiones tomamos pensando en que nos conviertan en alguien más susceptible de ser amado? ¿cuántas de ellas tienen que ver con nuestros valores y deseos?
no lo sé
pero me parece que en el aroma todas estas cuestiones están especialmente condensadas. hay algo en el olor que atribuimos por intuición a la esencia de las cosas, a lo primitivo y originario. aquello a lo que hueles es lo que eres. te diré, de hecho, que el olor es un aspecto esencial para mí a la hora de localizar al amante adecuado. hay olores que no soporto, como el del tabaco, pero durante unos años salí con un chico que fumaba pueblo y yo adoraba su olor. también me ocurre algo perturbador, por ejemplo, con el olor de ácido acético, que es el que desprende el cuerpo de alguien que ha bebido mucho. algunos olores nos producen atracción por motivos que somos incapaces de explicar, otros un gran rechazo sin motivo aparente. pero hay un olor concreto por el que puedo llegar a tener especial debilidad: el del aliento de alguien. atribuyo al olor del aliento la condensación última de la esencia de una persona. para mí, el olor del aliento de alguien es la extracción de su alma: la cosa detrás de las cosas detrás de las cosas
escribí a margot y le dije que llevaba todo el día oliendo sin parar el perfume nuevo detrás de mis muñecas, intentando saber si me gustaba realmente y me contestó:
como con los hombres, ¿no?
te quiere,
alejandra