fui a ver un amor y me dejó hecha polvo
querido guille:
estas últimas dos semanas he estado escuchando mucho esta playlist tuya
ahora vuelvo a ponerla mientras te escribo. hoy me encuentro un poco mal y te escribo desde la cama, duna acaba de subirse conmigo. he recordado la primera noche que pasamos juntas, cuando todavía no confiaba en mí. he recordado a sieso
fui a ver un amor, ¿te lo conté? seguro que sí
hay una idea que está presente tanto en la novela como en la película que me dejó hecha polvo, para mí el gran tema de la historia. leo en tuiter sobre lo importante que es en un amor el espacio del campo, pero me parece que podría ser el campo, un call center o cualquier otro lugar. el escenario es necesario en tanto que enfatiza la condición de la protagonista de persona aislada, sin nexo con nadie que conozcamos: ni amigas ni familia
de lo que me parece que va la historia es de las dificultades que encuentra el desarrollo de una identidad que siempre termina tutelada por otros. los diferentes hombres que se acercan a nat precisamente en el momento en el que ella está intentando independizarse de todo (¿acaba de salir de una relación que ya la había aislado?), representan con precisión esas diferentes formas posibles de intentar custodiar la autonomía de alguien, de invalidar a quien, además, se desea
el otro día me decía un amigo que le sorprendía la repetición en las canciones de reggeaton de la figura del amante y yo le comentaba que me parecía que esto tiene que ver con que la mujer ni siquiera existe, es solo el canal para que esa voz masculina se dirija a otros hombres, para medirse con ellos, porque la mujer ni siquiera es una interlocutora posible (él no te hace no sé qué, con él no sientes no sé cuál) lo que importa es ÉL, el otro, el contrincante, aquel con el que la voz mide su identidad y la compara
y me temo que seguimos en estas. ayer hablaba con carlos sobre cómo expresaban los hombres el amor en el indie
yo le contestaba que siempre me había preguntado si era posible que un tío hetero me considerase una persona como él. ¿alguna vez, en nuestras relaciones, seremos algo más que sujetos tutelables? y, en el mejor de los casos, si no somos sujetos tutelables, ¿seremos algo más que canales de mejora de las condiciones de sus vidas? ¿seremos interlocutoras? ¿seremos reconocidas alguna vez en nuestras relaciones?
porque me pregunto, pensando en esta cuestión de la búsqueda de interlocutor que planteaba martín gaite en su ensayo, si es que acaso lo que ocurre no es que buscamos interlocutores porque las que rara vez somos consideradas interlocutoras somos nosotras
hay un momento en un amor en el que uno de los personajes invita a nat a pasar la noche en su casa. después de la invitación le dice ¿qué más te da? porque si su deseo no es recíproco, efectivamente, no importa nada: ¿importa alguna vez?
¿es autónomo nuestro deseo o es siempre tutelable?
también me gustó la escena final. sé que la han criticado mucho y lo entiendo, es una elección arriesgada. pero justo cuando estaba asistiendo a esa despedida de nat recordé que en la escena del coche con andreas le decía de pasada que a ella siempre le había gustado bailar, pero que ya no. me gusta que coixet decida insistir en que podemos recuperar las cosas que nos hacen ser quienes somos. y que quizá solo podamos marcharnos si nos aferramos a esas cosas
¿cuáles son las cosas a las que te aferrarías tú?
te quiere,
alejandra