hola alejandra,
cada vez que voy a este trabajo hay una parada que parece que está habitada por la ausencia, poseída por algo que no podemos catalogar como corpóreo. cada vez que me monto en este autobús, que en su itinerario viaja de un municipio a otro, cada vez que pongo un pie y me subo, sé que tendré que contar con una parada más - la parada fantasma-.
no sé si es un conocimiento único y situado. busco la mirada cómplice de las personas que me rodean por si ellas también pueden identificar esa parada. como si fuera un secreto que se comparte entre todos los viajeros que están en este autobús.
la parada está ubicada en un polígono industrial donde nadie se baja, pero la persona que conduce siempre decide parar ahí. llevo dos meses cogiendo esta misma línea de bus y siempre hace lo mismo. una repetición de los hechos como si un acto de fe fuese. como si la existencia de esa parada y la acción de que el autobús pare fuera necesario y determinante para el funcionamiento del trayecto.
por eso catalogo a esta parada como fantasma. ¿quién pulsa el botón de stop y luego nunca se baja?
a este bus jaime lo llama el tren de la bruja no sé si porque me enseña todas las esquinas del pueblo o porque existe esa parada fantasma y es un conocimiento popular (¿tendré La Valentía de preguntar a la persona que tengo enfrente en este bus sobre la existencia de esta parada?)
hoy vuelve a frenar de nuevo y nadie se baja ¿hay alguien más que lo sepa?, ¿cuándo podré acceder a esa sabiduría?
el tiempo que paso de pie en este autobús es algo que jamás podré calcular porque desconozco si hay alguna app que notifique cuanto tiempo estoy de pie solamente en este medio de transporte. ida y vuelta. y a veces hasta dos veces ida, dos veces vuelta.
me pregunto si alguien alguna vez ha tenido una clarividencia estando de pie en esta línea de bus. me pregunto si yo mismo podré acceder a esa forma de conocimiento estando de pie aquí. murmuro en bajito estás palabras y las repito una y otra vez, pensando que quizás si estoy más cerca de la palabra oral estaré más cerca del acontecimiento.
siento que muchas veces soy una roca. quizás una roca sea demasiado ambicioso, más bien soy una piedra. la rigidez parece formar parte de una vida que no sé si me pertenece o no. una piedra viva. una piedra porque parece que realmente estamos en este estado vital solo por y para la dureza de un espacio estanco. me gustaría que mi apellido tuviera que ver algo con una piedra para ver si así ganaría una descripción. escribo en la sobrecubierta de un libro mi nombre conjugando unos apellidos ficticios que están relacionados con las piedras. pienso en las piedras porque llevo piedras en los zapatos. siempre cuando paramos en la estación fantasma mi cerebro conecta: parada de bus - estar de pie - piedra en el zapato.
me pongo una alarma en el móvil para poder recordar que al llegar a casa por la tarde debo quitarme la piedra que tengo en el zapato izquierdo.
aprenderé a hablar con las piedras solamente para que puedan mencionar mi nombre con mis apellidos ficcionados.
siento que me he quedado sin gracia para escribir, es mucho más simple preguntar personalmente y enterarse de todo. muchas de las crueldades se encuentran en una acumulación de personas de pie en un bus.
ayer estuve en la presentación de blandito blandito de blanca arias, una defensa de lo blando y las liquideces en el arte. entonces pregunto a ana si soy blandito porque llevo toda la semana pensando que era una piedra. ella me dice que si. dejo de imaginarme como algo rígido, empiezo a repensar mecanismos para escapar de lo terso y lo duro.
si sigo con el relato de lo macizo, me gustaría ser una piedra que deviene en algo líquido y pegajoso. esta temperatura me ayuda mucho a sentirme como la experiencia de derretir una piedra. en la que me entremezclo entre todo lo que me rodea.
estar de pie y no sentarse hace que no pueda pertenecer al séquito de personas que han nacido y deben estar sentadas. no solamente en este autobús. pienso en la cantidad de trabajos que se hacen sentados. en la otra cantidad que se hacen de pie. en todas las veces que he estado de pie en un trabajo desde que tengo diecisiete años. en todas las que me quedarán y si, como mi padre, tendré más de cincuenta años y trabajaré de pie.
necesito saber si es que en mi destino está ya escrito: laborable de pie o es que de repente tendré un cambio momentáneo en el que pueda empezar a sentarme. ¿cuándo se considera una persona trabajadora digna de tomar asiento?
recibo un mensaje de una excompañera de trabajo: en la librería donde solía trabajar están quitando las sillas. bloqueo el teléfono y sigo mirando el horizonte de las siguientes paradas que me quedan para llegar al trabajo. ¿un espacio así no es digno de sentarse?
pero siempre me acabo preguntando lo mismo cuando me bajo en mi parada: ¿quién puede sentarse?
mañana seguramente cuando vuelva a pasar por esta parada de autobús me acordaré de ti… porque estamos… llamados a ser piedras vivas.
te quiere,
guille